viernes, 6 de mayo de 2016



"Comí ratas para sobrevivir"





Eugenia Unger



"Comí ratas para sobrevivir. Jóvenes no se dejen denigrar por nadie, si te dan una cahetada, devuelve seis porque la vida es única", relató Eugenia Unger al programa de CNN en español. La sobreviviente del holocausto de Aschwitz llora y no olvida aquel terrible sufrimiento de los israelitas. Esa realidad, en nada se parece a la vivida por los venezolanos, sumidos en las más basta escasez, inseguridad creciente y el miedo palpitante de cada individuo cuando le hablan de política y no va a las calles a protestar.
Escuchar el testimonio de esta gran mujer me conmovió el alma y cada tuétano de mis huesos, es inentendible para mí, el como personas destacadas no creen la vivencia de esta mujer de 89 años de edad.
Hay algo que ella dijo, que recordé a Venezuela, "la única manera de sobrevivir era robar comida en las noches". Cito  al diario Clarin  <<Recibíamos una sola comida diaria: un pedazo de pan duro y mohoso y una sopa de agua sucia a la que les agregaban las cáscaras de zanahoria y papas. Había que saber comer: yo comía por miguitas, así pude resistir. Los que comían de una vez la ración, se morían más rápido. El problema era quedarse dormida porque entonces alguien te robaba. Yo también vivía obsesionada por robar comida. A tal punto que pasaba ocho, diez veces por día frente a los crematorios sabiendo que también iría a parar ahí, pero no me importaba, lo único importante era conseguir algo para llevarme a la boca: bichos, ratas, lo que fuera>>.

Venezuela

Su historia triste me recuerda a Venezuela. Claro que no tiene comparación alguna, pero los venezolanos estamos sufriendo, nosotros mismos somos nuestros peores enemigos, porque nada hacemos para cambiar nuestra realidad. Vivimos con el miedo de que nos roben en la primera esquina, nos adaptamos a los bachaqueros, otras personas son creativas y se inventan recetas caseras, cambian su modo de alimentación y otros, simplemente se resignan a vivir bajo esta calamidad. 
Lo que más me duele de mi país, son mis niños, mis hijos y todos esos infantes de este país. Aquellos pequeños que  no tienen una arepa y un vaso de leche para llevárselo a la boca y, saciar su hambre. Conozco muchos casos de niños así, me duele en el alma esta situación, he ayudado en lo que he podido. Pero también aprendí que somos nosotros, los que debemos cambiar; los que debemos batallar y pelear nuestra propia guerra. Nadie peleará por ti, debes hacerlo tu o, sino tu mundo siempre será el mismo. Lucha, cáete, ríete, llora, levántate y continúa, porque la vida sigue. Hoy estamos vivos, mañana estaremos muertos. Ley de vida. Nadie es eterno, solo Dios. 

María Iguarán
Periodista
mariguarys@gmail.com 



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